IMPERMANENCIA
- Bujinka Fuensalida
- 11 mar 2019
- 4 Min. de lectura
LA IMPERMANENCIA DEL TODO.
Desde tiempos pretéritos se ha sabido de la impermannecia de las cosas. El nada es para siempre. Si, así es, nada es para siempre, nada dura eternamente. Incluso aquello que parece que existe y existirá eternamente es solo una mera ilusión. Ya Heráclito de Éfeso, filósofo griego nacido en el 535 a.c aproximadamente lo dijo. “No puedes bañarte en el mismo río dos veces. Todo cambia, todo fluye”. De este mismo modo, desde el mismísimo Universo hasta el sistema más pequeño se encuentra en movimiento, en perpetuo cambio. Imaginémonos desde nosotros mismos. Cada día somos diferentes, desde que somos una única célula en el vientre materno hasta el día de nuestra muerte estamos cambiando inexorablemente, siguiendo un camino de cambio, evolución e involución. Y desde nosotros mismos hasta llegar al mismísimo universo si las teorías cosmogónicas son correctas o por lo menos a grandes rasgos reflejan lo acaecido al universo, este tuvo un nacimiento y desde entonces no ha parado ni parará de mutar hasta el fin de los días.
Hemos llegado a la conclusión de que todo está en perpetuo cambio, que todo fluye y nada permanece. Y la naturaleza no hace más que recordárnoslos, con los cambios de estación, el día y la noche, y todas y cada una de las manifestaciones naturales, tienen un principio y tienen un fin. Ni siquiera permanecen nuestros pensamientos o nuestros sentimientos. Todos alguna vez en nuestra vida hemos tenido cambios de parecer o de opinar, nuestros gustos a lo largo de nuestra vida van cambiando, y nuestras vidas pasan por diferentes etapas o períodos más o menos largos y estables.
Pero esta impermanencia de las cosas no ha de ser necesariamente mala, aunque las teorías científicas apuntan a lo contrario, sobre todo con la famosa ley de la entropía, magnitud termodinámica que indica el grado de desorden molecular de un sistema, el cual tiende cada vez más a poseer un valor homogéneo para todo el sistema y eliminar las diferencias energéticas de un punto del sistema a otro. Los cambios psicológicos no están sometidos a esas mismas leyes, o por lo menos no parecen obedecerlas.
Al contrario de lo que puede suceder con un sistema físico, un sistema psicológico puede cada vez aumentar en conocimientos y experiencias, para poder hacernos cada vez más sabios y más ricos espiritualmente. El antiguo refrán castellano que dice “mas sabe el diablo por viejo que por diablo” es una frase muy acertada de lo que debería de ser nuestro pensamiento conforme avanza nuestra vida.
Nuestro cuerpo como parte material que es, está sometida a las leyes de la física, entre ellas la termodinámica ,como hemos dicho. Cada día nuestro cuerpo muta y cambia y con el paso de los años se merma y desaparece. Pero afortunadamente, nuestra psique, nuestro pensamiento, está liberado de esas leyes físicas, es libre de ir y venir a placer, tanto a lugares como a épocas e incluso a lugares que no existen físicamente, solo en el mundo interior nuestro.
Pero lo que une nuestro mundo físico con nuestro mundo interior es la impermanencia. Nuestra mente, nuestro mundo interior también está sometido al cambio. Malas noticias parecen estás a simple vista; pero nada más lejos de la verdad. La buena noticia es, que mientras que en el mundo material no podemos controlar nada, sigue su curso queramos o no, en nuestro mundo inmaterial interior todo cambia y fluye a nuestra voluntad siempre que lo deseemos, pero eso si, hemos de desearlo. ¿Qué es lo que ocurre con ello? pues que como seres todopotenciales que somos, tenemos la capacidad de ir cambiando poco a poco día a día en seres mejores, es decir, tenemos la capacidad de mutar a nuestra voluntad, y que yo sepa, esa capacidad de metamorfosis en la mayoría de las tradiciones se atribuyen a los Dioses,
Con esta capacidad de metamorfosis interior tengo el sentimiento de estar llamados a la apoteosis, es decir, llegar a transformarnos en Dioses y Diosas. El ser humano está llamado a la eternidad, a lo infinito.... estamos llamados al cambio perpetuo y constante. Aunque este cambio nunca se realice en una determinada dirección, pues un camino tienen sus etapas, algunas buenas y otras no tan buenas, pero cada una de ellas nos aportará un beneficio neto que irá sumándose a lo que somos en cada momento.
Este cambio interior que se produce en el interior de nosotros mismos lo queramos o no, seguirá una dirección específica, un determinado camino hacia la meta que sí somos libres de desear, una libertad que podemos llamar libre albedrío. Aunque haya pensamientos o corrientes filosóficas que contradicen nuestro libre albedrío, me inclino a pensar bien sea por benevolencia o por ingenuidad que mantenemos una libertad de pensamiento y capacidad de comprensión total la cual nos llevará a una comunión con el todo. Somos y estamos hechos de estrellas, es decir, de átomos creados en el interior de milies de millones de estrellas viejas, somos el cosmos en constante cambio. Materia en constante cambio. Somos materia que se piensa a ella misma... cada vez que nos preguntamos de qué está hecho el universo, una paradoja casi incomprensible, pero que a mi forma de ver el mundo significa que somos la consciencia del universo, lo cual, me reitera en lo anterior expuesto. Estamos llamados a la apoteosis; somos la consciencia del universo, somos dios.
José María Risco Rojas
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